Total Pageviews

Monday, September 26, 2005

José

Me llamó José y créanme que soy un hombre muy feliz, tengo una mujer y dos niños que amo con todo mi corazón; mi historia no es algo fuera de lo común, es la clásica de muchos mexicanos que viven en Estados Unidos, soy parte de esos que buscaron el sueño americano y vaya que lo encontré.
Para empezar les diré que soy huérfano, mi padre murió aquí en los “iunaites” o al menos eso fue lo que nos dijo mi mamá; desde morrito me di cuenta que en el pueblo nomás no la iba a hacer, sólo había de dos: O estaba en la siembra o me la pasaba chupando alcohol, y lo primero me hartó así que a cuando tenía dieciséis años me fui a la capital para trabajar en un negocio de comida; me empezó a ir muy bien y gané dinerito, pero aprendí que la lana es mala cuando no estás preparado para recibirla, a mi se me hacia muy fácil gastarla en viejas y chupe, el problema es cuando se te termina el billete. Duré como diez años en la capital y al termino de ese tiempo yo ya estaba muy viciado porque también llevaba rato metiéndome droga sobretodo la cocaína y recuerdo que en mi última navidad en la capital, el meritito veinticinco de diciembre me quedé sin varo y sin droga, no me quedó de otra más que resignarme e irme a dormir al cuartucho que rentaba junto con otros paisanos y en eso en la entrada a la vecindad que encuentro con un cuate de la calle llamado Rubén, yo andaba bien entonado y le pedí que jalará con una cerveza, el cabrón de Rubén aceptó y me invitó a su casa y ahí sacó las chelas, estuvimos platicando un rato muy a gusto sin dejar de tomar, luego de unas horas me ofreció coca y yo feliz le entré y me quedé bien picado, le pedí más cerveza y droga y el cabrón me empezó a echar un choro que ya no tenía lana, de que la chela como sea la conseguía pero que la droga estaba cañón, pero que igual me la traía, yo le dije que haría lo que fuera por más polvo y de repente el güey se me acercó medio raro y comenzó a decirme que yo siempre le he gustado y que la neta quería todo conmigo, luego saco una grapa y me preguntó que qué estaría dispuesto a hacer por otro jalón, yo casi babeando le respondí que todo, entonces que se me acerca más pegadito a la boca, sentí su respiración junto a mi nariz y me puse nervioso, hasta que, pues, madres, que nos damos un beso en la boca, la verdad yo no sentí algo extraordinario, pero bueno nos seguimos besando un buen rato y luego él se bajo el pantalón y me pidió que se la metiera, yo sin bronca lo hice y creo que hasta lo disfruté, ya que terminé le pedí la grapa y Rubén me respondió que primero le diera chance a él de cogerme, yo lo mandé a la fregada pero el cabrón sacó otra chela y puso una línea ya picada y preparada para darle el jalón, se me hizo agua la nariz y pues le entré, mientras yo inhalaba el me la metía, así le seguimos hasta que amaneció y se acabó la droga, luego me fui a dormir con un leve dolor en el trasero.
La cruda moral me llegó al día siguiente, desperté bien tarde y empecé a recordar todo, ya no podía hacer nada y me prometí jamás hablar de aquello pero el puto de Rubén ya se lo había contado a todos mis compañeros de la chamba y no dejaron de joderme, yo aguanté carrilla por unas semanas pensando que todo se calmaría, pero los comentarios duraron más de un mes y no se veía para cuando terminarían, no me bajaban de puto y a cada rato me amenazaban con decirle a mi mamá y mis hermanos, llegué a un punto que no pude más y fue cuando me decidí por irme al norte para los Estados Unidos, le llamé a mi hermana que vivía allá para ver si me recibía y me dijo que no había problema. Me lancé de mojado, cruzando por el monte con un Coyote muy bueno, cero bronca, eso me salió en dos mil dólares, llegué a casa de mi hermana, ella se había casado con un gringo que murió poco antes de que yo llegara, mi carnalita se portó muy chida conmigo y me ayudó a conseguir chamba en una carnicería, el trato de mi hermana me hacía sentir como si estuviera en el pueblo con mi mamá, me instalé y luego luego me adapté a esa vida.
Allá en EU es igual o más fácil conseguir droga y como a mi me encantaba no dejaba de comprar y meterme a diario. Me gustaba mucho la vida allá, comencé a hacer amigos y cierto día nos fuimos a un bar y nos pusimos hasta la madre de chupe y coca, regresé bien pacheco a casa de mi carnala y pasé a su cuarto para gritarle que ya había llegado pero ella no me contestó, estaba bien jetona, como era época de calor todo mundo dormía casi encuerado y así estaba ella en la cama, sólo con un camisón, por un rato me puse a verla y por primera vez noté que mi hermana tenía un cuerpo en verdad bien hermoso, me entraron ganas de tocarle piernas y pues que me meto al cuarto, con cuidado me senté en la cama y que la empiezo a acariciar, luego la abracé y le empecé a besar las manos, luego los brazos, los hombros, la mejilla y así hasta plantarle un beso en la boca, ella se quedo calladita y hasta me correspondió, para no hacerla larga, terminamos haciendo el amor y durmiendo juntos.
El día siguiente fue en verdad difícil, despertamos al mismo tiempo y sólo nos quedamos viendo por un buen rato, no sé que pasaba por su mente pero por la mía había miedo, asco, culpa, para luego convertirse poco a poquito en amor, en verdadero amor, seguimos mirándonos y nos volvimos a besar y otra vez pasó. Nunca hablamos del tema pero nos mantenía la ilusión de que cada noche que regresábamos de trabajar íbamos a sentir nuevamente nuestros cuerpos; sin darnos cuenta nos fuimos tratando como marido y mujer, yo hasta comencé a decirle “gorda” y ella me decía “viejo”; meses después nació nuestro primer hijo, un hermoso varón que ahorita es mi orgullo.
No sé cómo pasó pero allá en el pueblo todo mundo se enteró, aunque para mi gorda y para mí lo único que nos preocupaba era mi mamá, hasta que un día nos avisaron que había caído en una depresión muy fuerte que la llevó hasta la muerte; fuimos al funeral pero nuestros hermanos y parientes no nos dejaron verla, ni siquiera quisieron conocer al bebé y hasta nos corrieron del funeral. Nos regresamos al norte pero ya con papeles y toda legalidad porque no quería arriesgar a mi familia, un año después mi gorda se volvió a embarazar y dios nos bendijo nuevamente ahora con una linda niña. Me hubiera gustado que la conocieran mis hermanos y que hubieran venido al bautizo, pero ya ni nos hablan, ya no existimos para ellos pero no importa, como les dije, yo soy un hombre muy feliz, ya no me drogo ni bebo, tengo mucho porque vivir, para mí el sueño americano se convirtió en una bonita realidad, aquí nadie sabe que somos hermanos, todos nos tratan con respeto y a final de cuentas nos vale lo que piense el mundo entero.

1 comment:

Fidi23 said...

Ese José... ojalá la vida fuera tan fácil, y se pudiera dejar las drogas en un abrir y cerrar de ojos. Me quedo con la valentía del susodicho y su afán en salir adelante... el final feliz -creo- es propio de un cuento, nada más.